-Hola. Le dije una vez ya abierta la puerta de su casa.
Me mira sorprendido y algo nervioso. De ahí, la pausa, ese silencio incómodo que denota aún más esa distancia, ese límite, esa línea existente que había entre nosotros, esa que nos seguía dividiendo después de "tanto" tiempo, tiempo que por cierto él ya considera lo suficiente para olvidarse de todo, o para no volverse a ver más, aunque fuese por un largo tiempo. Ese tiempo que utópicamente ya se había cumplido, claro, hasta hoy.
Antes de que dijera cualquier cosa, o mas bien, antes de escuchar el fatal -Hola... ¿y tú? un ¿qué haces acá? o un Hola... tanto tiempo... -qué se yo cualquier porquería que terminara decepcionándome aún más- yo sentía que él no tenía ni el más mínimo derecho (o mas bien cara) de decir algo que robara mi protagonismo ese día, porque esta escena era mía, porque ya era tiempo de que me tocara a mí, porque ese era mi propósito : escupirle en la cara y que ese escupo traspasara esa puta línea de la puerta. Y eso hice y le dije: -listo, eso era.
Esperé que me cerrara la puerta en la cara o que peor aún y de una vez por todas apareciera ella atrás de él en calzón y sostén rojo, lo que me dió un poco de risa y algo de asco a la vez.
Y en realidad, es más bien lo que ella significa lo que me produce asco, porque ella esta condicionada a él de una manera demasiado evidente y debe ser por eso que a la vez me da risa. La pobre tipa se esmera tanto encajar con él, amarrándose de tonterías baratas que sólo le sirven en la medida que él se las traga. Y así, él la arma a ella, y ella él.
Me acuerdo y hasta yo me doy un poco de risa. Escupir está tan concebido como una respuesta de inmadura-dramática, pero paradójicamente eso da lo mismo igual, porque siempre fui algo como eso, poco interesante, poco atractiva intelectualmente, insuficiente al fin. Y quizás hasta me aproveché del personaje que me asignó. Digamos, que él era re-bueno para ese tipo de cosas, para interpretar personajes sintéticos-ficticios-artificiales.
De ahí para delante me puse a correr, correr, correr. No se cuantos semáforos y calles pase por alto, supongo que en ese momento no importo en lo absoluto, solo importaba correr y dejar atrás esa calle de mierda, su puerta, su cara y todo lo que él implicaba. Correr como escapándose de algo o de alguien que viene siguiendote desde hace ya tiempo (...) Yo hago esto, yo estoy haciendo eso...
¿Cómo iba a explicarle? Como iba a explicarle que ya lo había entendido todo. Tarde. Pero que lo había hecho. Sin duda ya no sabíamos quienes eramos o quienes habíamos sido todo este tiempo, evidentemente ya no nos reconocíamos y talvez nunca lo hicimos.
Yo sin querer regresé con una escena de hace algún tiempo atrás, esa escena que él odió tanto, en esa que él se puso a llorar y en esa misma escena que yo también termine llorando, pero con un llanto más cínico y que a la vez hacia que compartiéramos un llanto individualista, egoísta, que roza lo irónico en la contradicción misma de compartir. Como si una pieza importante dentro de todo esto faltara y esa pieza, claro, la tenia él, bien escondida porque así era más entretenido, más de película donde yo podría haber sido un personaje secundario que cumplío la función de enlazar escenas bonitas y dignas de un film medio experimental que ellos mismos protagonizaron. Rompiendo esas estructuras plásticas y rítmicas comunes-existentes para lograr un exéntrico funcionamiento de imagen y sonido. Obviamente dirigido a receptores tipo público específico de esos que comparten intereses por productos fuera de los cánones clásicos, -¿yo era acaso clásica?-
Lloraba por una mentira, lloraba porque no se atrevía a decírmelo. Ese día que se fue, él le contó todo a ella, le dijo que ya no aguantaba, que estaba confundido, que no estaba seguro, que uno nunca lo está. Recordaron todas las veces que salieron a encontrarse a escondidas o todas esas veces que conversaban con un trasfondo de por medio, incluso las veces que se acostaron y que no sintieron culpa alguna.
Cerrar y apretar los ojos con fuerza. Lo sabía. Me largué a llorar. Estaba asustada, muerta de miedo, avergonzada, llena de rabia. Siempre lo he dicho: no se llora de pena, se llora de rabia.
Y yo hoy lloraba así, como todas las veces que recuerdo que he llorado. Y quizás hasta huía de mí, esa persona que fue capaz de llagar hasta su casa a escupirle en la cara, o mejor aún la que es capaz de escribir esto a modo de ESCUPO.
viernes, 31 de agosto de 2007
miércoles, 29 de agosto de 2007
martes, 28 de agosto de 2007
SIN TITULO/ TRADUCIDO
ELLA QUIERE PARECER LO SUFIENTEMENTE ATRACTIVA PARA ÉL. ELLA QUIERE ESCUCHARLO HABLAR UN POCO MÁS. ELLA LO MIRA. ELLA LO HASE REÍR A RATOS. ELLA GOLPEA SU PUERTA CADA VEZ QUE PASA POR SU CALLE. ELLA QUIERE VOLVERLO A VER. ELLA QUIERE DORMIR EN SU CAMA. ELLA QUIERE QUE SEA COMO EN UNA CANCIÓN. ELLA QUIERE BAILAR UN RATO LARGO JUNTO A ÉL. ELLA LO ACOMPAÑA A RECORRER LA CUIDAD. ELLA LO BUSCA POR CUALQUIER TONTERÍA. ELLA QUIERE QUE ÉL MENCIONE ESA PALABRA. ELLA QUIERE DECIRLE QUE SÍ. ELLA QUIERE COMPARTIR UN BESO EN UNA PARADA, EN UNA ESTACIÓN, EN EL MEDIO DE UNA CALLE. ELLA QUIERE ABRAZARLO CADA VEZ QUE SE DESPIDEN. ELLA QUIERE QUE ÉL SE ACERQUE UN POCO MÁS.
ELLA QUIERE MATARLO.
domingo, 26 de agosto de 2007
Domingo 17 de mayo
Si alguna vez me suicido, será domingo. Es el día más deslentador, el más iluso. Quisiera quedarme en la cama hasta tarde, por lo menos hasta las nueve o a las diez, pero a las seis y media me despierto y ya no puedo pegar los ojos. A veces pienso qué haré cuando toda mi vida sea domingo. Quién sabe, a lo mejor me acostumbro a despertarme a las diez. Fui a almorzar al centro. Comí. Ni si quiera me sentí con fuerzas para entablar con el mozo el facilongo y ritual intercambio de opiniones sobre el calor y los turistas. Dos mesas más allá, había otro solitario. Tenía el ceño fruncido, partía los pancitos a puñetazos. Dos o tres veces lo miré, y en una oportunidad me crucé con sus ojos. Me pareció que allí había odio. ¿Qué habría para él en mis ojos? debe ser una regla general que los solitarios no simpaticemos. ¿O será que, sencillamente, somos antipáticos?
Volví a casa, dormí la siesta y me levante de mal humor. Tomé un té y me fastidió que estuviera amargo. Entonces me vestí y me fui otra vez al centro. Esta vez me metí a un café; conseguí una mesa junto a la ventana. En una lapso de una hora y cuarto, pasaron exactamente treinta y cinco hombres de interés. Para entretenerme hice una estadística sobre qué me gustaba más en cada uno de ellos. Lo apunte en una servilleta de papel. Este fue el resultado. De dos me gustó la cara; de cuatro, el pelo; de seis, la altura; de ocho, la ropa; de quince, las manos. Amplia victoria la de las manos.
miércoles, 22 de agosto de 2007
Gonzalo/Bizarro.
El que aparece en la puerta de mi casa sin avisar
El que me ve con pijama a las dos de la tarde
El que comparte papas fritas grasientas en una plaza cualquiera
Al que le gusta escribir en servilletas
El del café submarino
El que se cola en el biografo
el que habla fuerte en la micro
El del escarabajo.
(El que habla en futuro y me escribe desde Argentina)
martes, 21 de agosto de 2007
En la micro me acuerdo de cosas como estas:
"Es raro todo esto. Todo se me nubló tan rápido que pensé que estaba lloviendo. Sentí que ya no necesitaba este tipo de cosas. No le venían a mi personalidad. O, mejor aun, que simplemente me negaba a enganchar en relaciones así. Estaba por sobre esta clase de ataques. Si era egocéntrico, autosuficiente, equidístante, da lo mismo. Cualquier cosa, pero no ser como ella. Nadie entiende, ésa fue la conclusión. Así y todo, quién era ella para andar opinando lo que no le importa"
miércoles, 15 de agosto de 2007
domingo, 12 de agosto de 2007
Scatterheart.
The sun is gone to bed
The innocent are dreaming
As you should sleepy-head
Sleepy-head, sleepy-head
All the love aboveI send into you
Comfort and protection
I'll watch over you
But don't ask me
What's gonna happen next
I know the future
I'd love to lead you the way
Just to make it easier on you
You know
There's nothing
viernes, 10 de agosto de 2007
jueves, 9 de agosto de 2007
Garabatos
Me sentí como es día en la Alameda como ese cigarro a medias o como el abrazo y la despedida en el metro en una de esas escenas bastantes inquietas donde todo se vuelve casi perturvador, como si alguien demasiado ebrio hubiese estado intentando grabar en tiempo real. Todo estaba desencajado, A J E N O y lleno de garabatos. Entonces... Quize vomitarlo todo, o tomarmelo todo, salir corriendo, ponerme a llorar o simplemente cagarme de la risa, filmar una última escena o tomar la última foto :
lunes, 6 de agosto de 2007
jueves, 2 de agosto de 2007
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